La otra vez escribí que para ser escritor hay que hacer solo dos cosas.
Leer mucho. Como si no hubiera un mañana. Como si en cada página hubiera algo que te va a cambiar para siempre.
Y escribir, claro.
Pero no tenés que escribir una novela. Ni un diario íntimo. Ni siquiera una escena completa. Tenés que escribir cinco minutos de literatura, aunque sea mala.
Cinco minutos por día.
Parece ridículo, pero no lo es. Lo ridículo es no escribir nada.
Ahora bien, si solo tenés cinco minutos, más vale que los uses bien.
No para pensar. No para corregir. No para distraerte.
Cinco minutos escribiendo son, por lo menos, cien palabras.
Y si no las escribiste, es porque no estuviste escribiendo.
Por eso —y esto es lo que quiero proponerte hoy—, si vas a escribir cinco minutos por día, no pierdas el tiempo decidiendo qué escribir.
Eso lo tenés que decidir antes. En la ducha. En la fila del súper. Mientras te lustrás los dientes.
Pensá la idea, la imagen, la situación.
Y cuando te sentás: escribís. Nada más.
Pero si ni siquiera tenés ganas de pensar antes, no te preocupes.
Yo ya lo pensé por vos
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Solo elegir uno y escribir.
Estoy aprendiendo a usar esto. Respondo personalmente uno por uno. Así que paciencia…
¿Querés una muestra? Acá van tres:
El objeto específico
Describí con el mayor detalle posible una llave vieja y oxidada que encontraste tirada en la calle.
Imaginá su historia: qué puertas abrió, a quién perteneció, por qué se perdió.
100 palabras aprox
Reescribí esta frase de Kafka
"Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto."
Ahora reescribila dos veces:
Como si fuera el comienzo de una comedia.
Desde el punto de vista de la cama.
50 palabras cada una
Metáforas sobre el silencio
Usando esta fórmula:
"El silencio es [algo] porque [explicación]."
Escribí al menos tres metáforas.
100 palabras en total.
Tengo muchos más. Más de treinta. Uno por día. Para un mes entero.
Y si querés repetir, también podés.
Porque de eso se trata. No de escribir bien. Ni de tener ideas geniales.
Se trata de escribir todos los días.
Y cuando escribís todos los días, algo pasa.
Algo cambia.
Algo —que todavía no sabés qué es— empieza a tomar forma.
Y un día, sin darte cuenta, tenés un cuaderno lleno.
Y después, quién te dice, un libro.
Me gustaría leer los ejercicios en los comentarios.