El arte de la escritura

Banco sensorial

Objetivo: describir culpa usando solo dos oraciones sensoriales.

Hacer olvidar que estás leyendo

Hacer olvidar que estás leyendo

Porque escribir bien no es usar palabras difíciles; es lograr que el lector se olvide de que está leyendo; y eso se logra evocando sentimientos.

Escribir bien no es usar palabras difíciles; es lograr que el lector se olvide de que está leyendo.

Cuando alguien lee algo que lo atrapa, no piensa en que está leyendo. No le importa ni la estructura, ni la puntuación, ni el estilo. Fue secuestrado por las palabras. Y eso, más que un mérito técnico, es un arte. Lo mismo con la palabra hablada: si una hora quince minutos y nadie mira el reloj, entonces no contaste, mostraste. No explicaste, hiciste vivir.

Por eso, más allá de las fórmulas que uno puede aprender, y que vamos a ver acá, hay una sensibilidad que no se enseña pero sí se entrena: una forma de ver, de oler, de escuchar, de entender qué es lo que le pasa al cuerpo cuando uno está sintiendo algo. Lo sensorial es lo que queda, lo que se graba.

Esto también es un llamado a bajarle el tono a la obsesión con las reglas. Es muy común que nos aconsejen evitar los verbos como "estar" o "sentir" porque no evocan. Aunque, hay situaciones donde decir "estaba" es mucho mejor que poner "lucía" solo para sonar más poético. Lucía lucía triste, si no te suena bien en voz alta, probablemente no debería estar en tu texto. Entonces, usá herramientas, usá fórmulas, pero usalas como un carpintero que tiene martillo, serrucho y lija. No como un robot con un algoritmo.

Sobre los clichés: también hay mucho humo dando vueltas. A veces se repite que hay que evitar los clichés como si fueran lepra narrativa. Pero un cliché es simplemente algo que fue usado muchas veces porque funcionó muchas veces. "Las nubes parecían algodones" es un cliché, sí. Pero al lector lo mete enseguida en un cielo apacible, infantil, luminoso. ¿Querés otra metáfora? Perfecto. Pero no te sientas culpable por usar una que ya está gastada si todavía funciona. Después de todo, la mayoría de los lectores quieren entrar en la historia, no hacer una tesis de estilo.

También hay que recordar que escribir es elegir una estética. Y cada decisión —usar una imagen floral, o un olor a barro, o un hedor pútrido— arma el clima de lo que querés contar. No hay una mejor que otra. Solo tiene que ser coherente con lo que buscás. El olor del cadáver no tiene por qué sonar más literario que el del jazmín. La diferencia está en cómo lo usás.

Entonces sí: escribamos con conciencia, pero sin miedo. Probemos fórmulas, pero no las convirtamos en dogmas. Escuchemos al lector, pero también a nuestro oído interno. Y cuando una frase suena exacta, incluso si es una frase mil veces dicha, usala. No hay gloria en ser original si nadie quiere seguir leyendo.

Y una más, que no hay que olvidar nunca:una buena historia funciona incluso con verbos como "estar", con metáforas comunes, con clichés viejos como el mundo. Todo eso puede estar en una historia que te atrapa, que emociona, que entretiene. Lo que buscamos como artistas es mejorar esa historia, embellecerla, afilarla. Pero no para mostrar lo bien que escribimos, sino para que el espectador entre más fácil, más hondo, más rápido.

Porque si escribís bárbaro, con frases labradas como joyas, pero la historia no tiene pulso, no va a ningún lado, no emociona… quizás te lean un rato. Pero no van a volver. Y contar historias, al final, es eso: lograr que vuelvan.

¿Qué vas a encontrar acá?

  • La fórmula que convierte un verbo plano en una imagen que late.
  • Consejos rápidos para elegir palabras que valgan la pena.
  • Ejercicios cortos (pero picantes) para afilar tu prosa todos los días.

1. La fórmula mágica

IMPACTO + SENSORIAL + (OPCIONAL) REFLEXIÓN

Componente ¿Qué es? Ejemplo
Impacto Palabra‑gancho o imagen simbólica que abre la puerta mental. Fantasma, cuchillo, abrazo
Sensorial Sensación física que el cuerpo reconoce antes que la cabeza. Frío en la nuca, trago que arde, olor a metal
Reflexión Remate emocional que encaja la idea (solo si suma). El cuerpo avisó antes que los ojos.
Ejemplo
Frase plana: «Sintió celos al verlos abrazados.»
Versión fórmula: «No era el abrazo. Era la risa de ella; le arañó el pecho como un recuerdo que no le pertenecía.»

2. Palabras para serruchar

Verbos comodín

Evitá recurrir al “ser”, “estar” o “sentir” cuando se te caen encima por pura costumbre. Preguntate siempre si podés mostrar la emoción en lugar de nombrarla: una respiración entrecortada transmite miedo mejor que “estaba asustado”. Cuando eliminás esas muletas, la prosa gana músculo y el lector percibe la acción sin filtros.

Sensorial = universal

El cuerpo no discute. Si describís el frío que se mete en los huesos, el gusto metálico de la sangre o el olor agrio de la humedad, cualquiera lo siente. Las sensaciones físicas son un atajo directo a la empatía: pintá temperatura, textura, sabor y olor, y el lector se coloca en la escena sin pedir permiso.

Original, no rara

Ser distinto no es disfrazarse de raro. “Luce espléndida” sirve solo si tu narrador hablaría así; si suena impostado, cambiá el verbo o cambiá de narrador. La clave es autenticidad: buscá la palabra precisa que encaje con la voz del personaje y con el mundo que construiste, nada más.

Ritmo al oído. MUY IMPORTANTE

Leé en voz alta todo lo que escribas. Si la lengua se traba, la mente del lector también. El ritmo es música: necesita fluidez, silencios y contrapuntos. Ajustá frases largas con respiros cortos, alterná cadencias y dejá que la melodía de la prosa marque el paso.

La paradoja del vocabulario extenso

Cuando uno lee mucho, no puede evitar conocer y usar palabras nuevas. Cada término poco común obliga al lector a hacer gimnasia mental. Si tenés ese léxico porque leés mucho, te va a salir natural; si lo metés para lucirte, se nota. Usá la palabra exacta cuando aporte color o matiz que ningún sinónimo sencillo dé; de lo contrario, bajá un cambio. Lo mismo con las metáforas: pedí una sentadilla intelectual solo cuando el fogonazo de comprensión pague el esfuerzo.

K.I.S.S.: El cliché como herramienta

El cliché es un atajo cognitivo; el lector lo reconoce al instante y sigue sin tropezar. Como en música con los line clichés, repetís la fórmula porque funciona. Exprimilo mientras aporte claridad, y cuando empiece a cansar, cambialo con un detalle sensorial o un contexto inesperado mínimo, y a otra cosa mariposa. Peor que un texto lleno de clichés es uno ilegible: entre la originalidad absoluta y la comprensión inmediata, elegí siempre enganchar a quien lee.

K.I.S.S.: Keep It Simple, Stupid!

3. Ejercicios

Cómo usar esto:
Cada ejercicio viene con un ejemplo resuelto que queda oculto dentro de un bloque desplegable.
Probá primero vos y recién después abrí el spoiler para comparar.

Si querés mandame el resultado a mi correo: delaiglesiahector@gmail.com

Ejercicio 1 – Cirugía de verbos

Reescribí estas frases sin usar ser/estar/sentir ni nombrar la emoción directa.

  • Frase: Estaba triste cuando leyó la carta.
  • Frase: Sintió miedo al escuchar el disparo.
  • Frase: Estaban enamorados en la plaza.
Ver una posible versión

1. Al terminar de leer, parpadeó una vez y no volvió a enfocar. La carta se resbaló de los dedos, girando en el aire como una hoja de otoño.
2. El estruendo le arrancó el aliento. Se agachó de golpe y giró la cabeza, buscando una salida.
3. Caminaban sin apuro, sus manos se buscaban al azar. Cada mirada evocaba una sonrisa.


Ejercicio 2 – Banco sensorial

Objetivo: describir culpa, felicidad, asco usando solo dos oraciones sensoriales.

Ejemplo, culpa:

La tela de la camisa se le pegó a la piel. La gota bajó despacio, helada, un escalosfrío le recorrió a espalda.


Ejercicio 3 – 3‑2‑1 Shot

Escena para condensar:
Una chica descubre que perdió el colectivo en la noche, llueve y su celular está sin batería.

  • 3 frases: [Escribí tu versión acá]
  • 2 frases: [Escribí tu versión acá]
  • 1 frase: [Escribí tu versión acá]
Sugerencia de respuesta

3: La parada estaba vacía y el último colectivo ya doblaba la esquina. La lluvia le pegaba como piedritas finas. Buscó el celular: pantalla negra.
2: El bondi se escapó tras la cortina de agua; la parada quedó muda. Su único rescate—el celular—titiló una vez y murió.
1: Se quedó sola bajo la lluvia, con el colectivo lejos y el celular muerto como un pez fuera del balde.


Ejercicio 4 – Reverse engineering

Fragmento (Ray Bradbury, Fahrenheit 451):

“Era un placer quemar.”
Tarea: señalar Impacto, Sensorial, Reflexión.

Respuesta

Impacto: quemar (verbo fuerte, violento).
Sensorial: El placer implícito evoca calor, fuego, olor a humo.
Reflexión: Condensa la moral torcida del protagonista en tres palabras.

Imitación rápida: “Era un alivio mentir.” – Impacto: mentir / Sensorial: el alivio como exhalación / Reflexión: conciencia torcida.


Ejercicio 5 – Diario de bolsillo

Instantánea propuesta:
Apretó el timbre del ascensor y esperó.

Ejemplo

El botón se hundió con un click húmedo. La luz roja parpadeó como un corazón ansioso y él tragó saliva metálica.


4. Checklist rápido antes de publicar

  • ¿Mostrás la emoción sin nombrarla?
  • ¿Hay al menos una imagen sensorial potente en cada escena clave?
  • ¿Leíste en voz alta y suena natural?
  • ¿Sacaste los adornos que no aportan?

Si marcás todo en ✔️, soltalo al mundo.


5. Cierre (y tarea para mañana)

La próxima vez que escribas «sintió» o «estaba», frená un segundo. Preguntale a tu texto:

¿Puedo hacerle cosquillas al cerebro del lector con un recuerdo sensorial?

Si la respuesta es sí, hacelo. Si la respuesta es no, igual probá. Te vas a sorprender.

Tarea: Elegí una de tus escenas viejas, aplicá la fórmula, y compará. Vas a ver la diferencia.


Escribir bien no es usar palabras difíciles; es lograr que el lector se olvide de que está leyendo.

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